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miércoles, 16 de diciembre de 2009

Historia real

Esta es una historia que envió Nancy y le ocurrió a la perrita de una amiga suya.

La amiga vive en Argentina con 7 perros, uno de ellos una hembra de 13 años fué diagnosticada de tumor de mama. En un principio decidieron no operarla por la edad y el riesgo de pasar por una anestesia, pero conforme pasaba el tiempo ese tumor derivó en metastasis anal.

Otro de los perros era hija de ésta perrita ( 9 años) y estaba muy unida a su madre, una relación que no siempre es tan intensa, no se separaban jamás, se movía la madre y la hija con ella, hasta tal punto que cuando le brotó el tumor la hija se lo cuidaba, le lamía con mucho cuidado, intentaba mantenerlo limpio e incluso con la intención de sanarla. Dormitaba con su cabeza sobre el tumor de su mamá.

Llegó un punto en el que la mamá estaba tan malita y la situación era irreversible que se tuvieron que plantear ayudarla a dejar de sufrir, llamaron al veterinario y la durmieron. A partir de aquí la hija comenzó a aullar sin parar todas las noches (llamando a su mamá para que se reuniera con ella).

Los propietarios con mucha paciencia se levantaban cada noche para calmarla, así durante mucho tiempo, también dejó de tener apetito, le daban cosas apetitosas, infinidad de alimentos que antes se desvivia por ellos pero ahora simplemente incluso metiendoselos en la boca los miraba a los ojos y los soltaba en el suelo yéndose a acostar en el lugar donde su mamá falleció.


Según palabras de los propietarios: la perrita nos miraba a los ojos y parecía decirnos que lo único que quería era reunirse con su mamá, que su sentido de vida había terminado cuando ella se fué.

Llamaron al veterinario que les dió una especie de paté que le tenían que poner en la boca para estimularle el apetito pero hacía lo mismo, lo babeaba hasta escupirlo. Ella solo quería morir.

Le pusieron suero porque estaba muy débil ya se hacía las necesidades encima no podía levantarse de tanta debilidad y decidieron consultar de nuevo con la sincera opininón del veterinario el cuál les dijo que estaba claro que no quería vivir ni dejarse ayudar, estaba sumida en una tristeza profunda que la estaba consumiendo y nada podían hacer ya por ella.

Como si la perrita hubiera entendido la conversación sin poderse mover sacó fuerzas y fué arrastrándose como pudo al lugar donde murió su mamá y ahí soltó su último aliento de vida.

A pesar de que conocía esta historia hace algunas semanas, disculparme pero no puedo hacer comentarios...

4 comentarios:

Nancy dijo...

Lo vuelvo a revivir en la lectura y vuelvo a llorar...

Rosalía dijo...

Es impresionante,también me hizo llorar....están dispuestos a dar amor hasta el infinito

john dijo...

que triste

Ana dijo...

que penita, por favor! y todavía hay quien dice que no tienen sentimientos, solo instintos, de verdad, hay que estar ciego del alma para no verlo.